Después de mil reproches
y de juzgarte tanto
cuando la vida habla, nos enseña bien
Dos años después de tu eterna partida,
cuando esta mañana me miré al espejo
en vez de mi cara tu reflejo yo ví.
Eran tus canas, tu risa, tu mirada
Quién soy yo entonces
sino un poco de eso que tanto juzgué
Que suerte la mía que al fin comprendí
Que el árbol más viejo
es el que da más sombra
Que las raices más profundas
son las que viven mil años
Que lo que se transmite
no queda en el aire
Pero no te vayas, déjame decirte
Que cuando te culpaba de todo
Yo no sabía
No sabía que cada arruga
es un dolor de madre
No sabía lo que había aquí adentro,
Que además de madre, eras una mujer
Aquella primavera que decidiste irte
Sentiste que era tiempo
de dejarnos volar
Déjame decirte, mamita querida
Que te equivocaste
y que mi egoismo de hija
no me dejó ver
la lección más importante
que al fin ahora comprendo
Que no somos quienes somos
porque venimos
Sino porque alguien de su ombligo
nos dio de comer
Que el mundo da vueltas
y la historia se repite
Que cuando un hijo llora,
lloramos por dentro
Y cada frustración en ellos
se nos mete en la piel
Déjame decirte
que despúes de cuatro décadas
Siento que me hace falta sombra
para tapar el sol
Esa sombra tibia
de ese árbol fértil
de mil otoños
y siempre de pie.
Déjame que te diga
Y que le pida a tu Dios
Que no permita que mis hijos
esperen que me vaya
Y comprenderlo todo
Sabía que eras madre
No entendí que sobre todo eras una maravillosa y
simple
Mujer
Laura Carlsson Octubre 2003 |
![]() |